viernes, 24 de octubre de 2008

Lolo strikes again

Era de noche, era muy de noche, por la hora y por el exceso de alcohol que llevamos en el cuerpo. He salido el otro día a tomar unas copichuelas con unos amigos, entre ellos Lolo.
Si me habéis leído en alguna otra ocasión sobre Lolo, os será fácil suponer que este muchacho tiene un sentido del humor un tanto peculiar. Mas bien es peculiar el todo enterito, pero es que esta vez aplicó el sentido del humor.
Entramos en un garito a tomar la penúltima copa (la ultima no se dice nunca jamás) y no sin esfuerzo, ya que estaba aquello mas apretao que la entrada del corte ingles el primer día de rebajas, tratamos de acercamos a la barra. Encabezábamos la expedición otro amiguete y yo, caminábamos a la par, tratando de hacernos sitio, y de repente un inconsciente dejo libre un pequeño hueco en el abrevadero, ocasión que aprovechamos como si aquello nos fuese a costar la vida para ocupar totalmente aquel pequeño espacio.
Los dos que capitaneábamos, una vez ocupado el sitio nos volteamos, apoyándonos en la barra para preguntar a los demás que querían tomar. El tercero en llegar fue Lolo, y sin mediar palabra alguna hacia ninguno de nosotros dos, con gesto serio e imperturbable, metió la cabeza entre nuestros hombros y pronuncio la siguiente frase rápidamente y en voz bien alta:

- Hola guapísima, nos pones unos chupitos y mientras tanto nos la vas chup….un ratito (el completó la palabra).

Inmediatamente después, y sin tiempo a que reaccionásemos, se pego media vuelta y se largo para el baño.
A mi se me bajo a los pieses el alma, el alcohol, los güitos y tres o cuatro cosas mas que hicieron hasta ruido. Gire levemente la cabeza y me encontré mirando a los ojos a mi amiguete, el cual se había quedado pálido. No nos hizo falta mediar palabra para saber que teníamos que darnos vuelta y a ver la que se venia. Desde que Lolo pronunció la última palabra, hasta que nos volteamos completamente, no pasaron mas de dos o tres segundos, pero fueron eternos.
Volvimos los dos la cabeza hacia atrás esperando encontrarnos a una enfurecida camarera con los ojos inyectados en sangre, pero lo que nos encontramos fue:

A NADIE.

No había nadie, no nos estaban atendiendo, el muy…..nos pego una vacilada tremenda en cosa de 3 segundos, que si le cojo en ese momento lo estrangulo. Volvió del baño con una sonrisa de oreja a oreja y preguntando:

- ¿Mi copa?

Le dijimos que se la fuese a pedir a la de los chupitos. Una triste venganza de niños pequeños comparado a los segundos trágicos que nos hizo pasar.

2 Comments:

Luna said...

josjosjosjos

Es majete el Lolo, eh!?

muahahahahahahha

Anónimo said...

k cachondo el tio!

habria k veros la cara

jejejeje