Proporciones II - El retonno.

Que tu piensas que hay trabajillos que ya los has acabado, que como se han ido con los papeles en la mano pues no vas a volver a saber de ello. Grave error que sigo cometiendo después de una pila de años. Debo de ser tontísimo para seguir confiando en esas cosas…
Lunes 9:00 AM, estas aquí pero como en modo sombra, vamos que tu cuerpo esta, pero tu cabeza sigue posada en la almohada.
Entra por esa puerta que odio con todas mis ganas Negrobragao acompañado de El negociador. El primero es el de estas proporciones, el segundo se ha ganado ese apodo a pulso. A este me le imagino yo en el hospital apuntito de operarse del corazón y diciéndole al medico “oiga doctor, caso de necesitar el segundo by-pass ¿me hará un 20% no?”.
Traen en una manita el papel que le imprimí a Negrobragao el otro día. Las dimensiones del papel son 620x300mm uno arriba uno abajo. En la otra manita traen una carterita transparente de esas de plastificar, tamaño A3. Las dimensiones de este plástico son de unos 440x310mm. En la carita traen esa sonrisa que normalmente me avisaría de que alguna soberana tontería me van a soltar, pero siendo lunes por la mañana yo no me entero de la fiesta, y claro, me pillan por sorpresa.
- Oye huma, ¿Como hacemos para plastificar esto con esto?
Y me levantan las dos manitas a la vez. Que huevazos oye, pero que huevazos. La papa que tenia se me ha quitado como de un bofetón.
Yo no digo ni palabra, me levanto, les cojo lo que llevan en esas manitas que los chones se tenían que comer, pongo el papel cuidadosamente encima de la mesa, el plástico encima ajustado a un lado y digo con toda la calma que puedo reunir.
- ¿Pero no os dais cuenta de que al plástico le falta un jodido palmo?
- Ya por eso venimos.
- Ya, ¿venís por mi habilidad en el milagro de los panes y los peces, o directamente a joderme la mañana?
- ¿No se puede?
- Ale, mirar, los milagros a Fátima. A cascarla por hay...

Y se van como indignados, pero es que tampoco se les ocurre que se lo puedo imprimir mas pequeño. Pues yo ni palabrita, que lo forren con tiras de celo si quieren.